El rol como un traje: vivir Scrum sin ego ni juicios
En Scrum, cada rol (Scrum Master, Product Owner, equipo de desarrollo) representa una habilidad específica con la que contribuimos al valor del equipo y de la empresa.
Como un sastre que ajusta su traje a medida, nuestro foco debe estar en vivir el rol como una capacidad para aportar y mejorar, sin más pretensiones que cumplir con esa responsabilidad desde un lugar consciente. Para ello, es fundamental dejar de lado ingredientes que restan en lugar de sumar: el ego, el narcisismo o los juicios hacia los demás.
Este cambio de perspectiva, este “darse cuenta” y actuar en consecuencia, nos libera de las cargas emocionales innecesarias y nos permite entrar en un modo de trabajo más lean, donde eliminamos el desperdicio de pensamientos, tensiones y posturas que enturbian nuestra vivencia del rol.
⚠️ Cuando el rol se contamina
Lo vemos con claridad en dinámicas que ocurren en muchos equipos:
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Un Scrum Master que se convierte en “jefe encubierto” y fiscaliza al equipo.
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Un Product Owner que impone decisiones desde la autoridad en lugar de cocrearlas.
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Un líder técnico que ejerce el control con “mano de hierro” en vez de facilitar la evolución del grupo.
En estos casos, el traje del rol ha sido contaminado por necesidades personales de control o validación. Y cuando esto ocurre, el rol deja de ser una herramienta de aportación para convertirse en un obstáculo para la colaboración.
🔄 La autoorganización necesita conciencia y confianza
No basta con que Scrum proponga una estructura horizontal.
La autoorganización no emerge solo del diseño del marco, sino de cómo se vive cada rol desde dentro.
Cuando usamos el rol como traje —y no como disfraz del ego— facilitamos:
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Relaciones más fluidas y genuinas.
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Comunicación clara, constructiva y sin fricción innecesaria.
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Un entorno emocionalmente seguro donde el equipo puede realmente autoorganizarse.
✅ En resumen
Los roles en Scrum son trajes funcionales: nos permiten aportar desde nuestra capacidad, alineada con las responsabilidades específicas que implica cada rol.
Pero para que ese traje cumpla su propósito, debe estar acompañado de una actitud consciente, en la que estén ausentes el ego, el narcisismo y los juicios de valor hacia los demás.
Una actitud que se fundamente en la inteligencia emocional, la humildad y el compromiso real con la aportación.
Porque no se trata solo de desempeñar un rol, sino de habitarlo desde un lugar maduro y humano, al servicio del equipo y del propósito compartido.